jueves, 8 de febrero de 2024

Terremoto de Lisboa

Antecedentes de la batalla de San Vicente | Todo a baborEs el 1 de noviembre de 1755, sobre las 9:30 de una mañana en la que todo parece corriente. Hasta que deja de serlo. Las gaviotas comienzan a girar en círculos y graznar estrepitosamente y se desencadena la tragedia: el terremoto más devastador de la historia de Lisboa, que coincide con la festividad de Todos los Santos. 

Entre 60.000 y 100.000 personas perecerán aquel día. Por supuesto, lo primero que pensó la gente fue que Dios los estaba castigando. Después llegó el tsunami. Debido a la festividad, había numerosas lamparillas encendidas que provocaron un voraz incendio. El 85% de los edificios resultaron destruidos, incluidos los palacios y las bibliotecas, además de los templos y el recién estrenado Teatro de la Ópera, que había sido inaugurado tan solo seis meses antes. Los 70.000 volúmenes que se conservaban en la biblioteca, los centenares de obras de arte de Tiziano, Rubens y Correggio, todo fue pasto de las llamas.

 

1 de noviembre de 1755, día de Todos los Santos, acaeció un terremoto cuyo epicentro se localizó en el océano Atlántico, concretamente en el Cabo de San Vicente.



La mano del rey, decidida a que aquella desgracia no volviera a repetirse y puso entonces en marcha una serie de medidas con las que construir edificios 'a prueba de terremotos'. La estructura de entramado de madera, diseñada por su equipo de ingenieros militares, podría resistir terremotos de pequeños a medianos. En caso de sacudidas extremas, la fachada de un edificio podría derrumbarse, pero la mayor parte de la estructura permanecería intacta. Además, también mandó construir una playa protectora a lo largo del Tajo que atravesaría la ciudad. Los edificios demolidos elevaron los cimientos por encima de la línea de flotación y ayudaron a aislar Lisboa de un futuro tsunami.

Además, gracias a Pombal sabemos a día de hoy la intensidad y la magnitud del terremoto (entre 8,5 y 9), pues entre la rehabilitación y la reconstrucción hizo algo completamente novedoso: pidió a todas las parroquias del país que respondieran a una serie de preguntas de un cuestionario. "¿Cuál fue la duración del terremoto? ¿Qué tipos de daños se ocasionaron? ¿Se ha notado un comportamiento raro en los animales?" Fue esta la primera encuesta posterremoto de la historia. Las respuestas, de hecho, siguen aún archivadas en la Torre del Pombo.

Pero las medidas no solo fueron arquitectónicas. Pombal también estaba enemistado con la aristocracia y la jerarquía eclesiástica, por lo que aprovechó para romper con la iglesia y despojar de todo su poder a quienes controlaban buena parte de la política o la educación. Expulsó a la orden de los Jesuitas en 1759.

 

Había pasado años en Inglaterra y Austria, nutriéndose de ideas de la Ilustración, mientras la Iglesia y la aristocracia gobernaban Portugal con fuerza bruta medieval. Cuando asumió el control, gobernó con mano de hierro y castigó cada vez que dichas iglesia o aristocracia intentaban retomar el control. Un ejemplo de represalia: en un complot frustrado contra el rey, ejecutó públicamente a varios miembros de la familia Távora, prohibió su apellido y cambió el nombre de un río llamado así como "Río de la Muerte".

Pero además de provocar el cambio de la ciudad, el terremoto también impactó en la sociedad. Obsesionó a los filósofos de la época, hasta el punto de que Kant escribió sobre él, al igual que Rousseau, que criticó el hacinamiento de los ciudadanos, asegurando que debido a esto los daños habían sido tan terribles. Incluso Voltaire lo trató en 'Cándido'.

La Edad Moderna comenzaba a nacer, la humanidad despertaba, y una frase aquel fatídico día resume la practicidad del actuar rápido contra los problemas: "¿Y ahora? Se entierra a los muertos y se da de comer a los vivos".



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