viernes, 16 de febrero de 2024

Fernando VI

 Fernando VI. Madrid, 23.IX.1713 – Villaviciosa de Odón (Madrid), 10.VIII.1759. Rey de España. Tercer hijo de Felipe V y María Luisa Gabriela de Saboya, Fernando no conoció a su madre, que murió al poco de dar a luz. Sus dos hermanos vivieron poco —uno murió cuando él tenía seis años; el otro, que llegó a reinar como Luis I, cuando Fernando tenía once—, pero la nueva Reina, Isabel Farnesio, con la que contrajo matrimonio Felipe V en 1714 nada más cumplirse los lutos por la anterior, trajo al mundo ocho hijos más, los hermanastros con los que convivió Fernando. ______________________________________ 0 _________________________________________ Los historiadores han coincidido en señalar las diferencias que la madre estableció de inmediato entre hijos e hijastros, pero no hay que descartar que estos sentimientos se mezclaran con la oposición política que despertaba la Reina. La educación de Fernando no se diferenció de la de los hermanastros. Todos los infantes fueron amamantados por nodrizas, generalmente procedentes del norte, y cuidados por un nutrido personal femenino, sin mucha intervención de la Reina y menos del Rey. Las primeras diferencias de trato que sufrió Fernando, cuando era un niño de once años, se produjeron al ser proclamado príncipe de Asturias tras la muerte de su hermano Luis I. Era natural que el siguiente acto fuera la elección de una esposa para el príncipe, lo que siempre se trataba frente al escenario internacional. En este caso, la boda de Fernando iba a ser una pieza política del desarrollo de la paz de Viena (1725), por la que España tenía que abordar de nuevo la siempre difícil negociación con Portugal. Se pensó que la mejor solución era una “alianza que la afirme y radique más por medio de algunos casamientos”, y enseguida se llegó a un acuerdo, doble en este caso, pues además de Fernando y Bárbara de Braganza, se comprometían también la infanta Marianina y el príncipe del Brasil. Como era presumible, el embajador español en Lisboa mencionaba la “buena índole, inclinación y costumbres” de la elegida, pero no podía ocultar la verdad, que resumía así: “Ha quedado muy mal tratada después de las viruelas y tanto que afirman haber dicho su padre que sólo sentía hubiese de salir del reino cosa tan fea”. Fernando también sufriría de viruela pero una vez recuperado de las viruelas que le afectaron en mayo de 1728 y mejor la salud del Rey, la Reina anunció que la Corte partía hacia Badajoz, el lugar donde se celebrarían los regios esponsales. La boda tuvo lugar el 19 de enero de 1729 en un suntuoso escenario construido en el río Caya, ante miles de soldados a caballo, comitivas de eclesiásticos y cortesanos, exhibición de lujo de las dos familias reales —Bárbara iba cubierta de joyas—; al día siguiente, el cardenal Borja confirmaba la ceremonia en la catedral de Badajoz y dos días después los reyes y los príncipes eran recibidos por el alcalde y los regidores. No hubo más celebraciones, ni siquiera los típicos alardes militares a los que se recurría con cualquier pretexto; tampoco hubo toros. La Real Familia salió precipitadamente hacia Sevilla, la ciudad en la que Fernando y Bárbara pasaron sus cuatro primeros años de vida conyugal

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