Lo que hoy vengo a contarles es falso, pero como toda leyenda es bonita.
¿Y, quién sabe? tal vez si fuera verdad que el gato de Scarlatti le gustara pasearse por el clavicémbalo arrancándole sonidos que mi maestro los convertía en música.
Voy a la leyenda de la música que escuchan en todos mis podcast: LA FUGA del GATO de SCARLATTI
Tanto el maestro Scaralatti como yo llévabamos medio siglo criando malvas cuando rebautizaron dicha sonata con lo que ni su autor ni yo nunca la llamamos "la fuga del gato".
La leyenda es muy curiosa. Pero yo, que conocí al gato de Scarlatti, de nombre Polichinela, les digo que el minino era un gato vulgar, sin ninguna dote ni oído para la música. Vamos igual que el gato que tienen ustedes en sus casas.
Dicen (como en toda leyenda nadie sabe quién lo dice) que un día se paseó perezosamente Polichinela por el teclado del clavicémbalo de su amo Scarlatti. La felina gracia de sus pasos y la sonoridad que emitió el clavicémbalo dispararon el genio musical de Scarlatti, quien de inmediato escribió las notas y compuso una extraña melodía, que es la que se escucha en los tres primeros compases y se repite como un motivo en prácticamente toda la pieza.
En teoría, la sonata K.30 es un homenaje musical a la sublime imagen de Polichinela caminando sobre las teclas, el capricho de su movimiento y la musicalidad espontánea del momento.
Ya les he dicho que el relato es más que improbable, aunque la pieza trasciende el tiempo junto con su mística y su supuesto trasfondo anecdótico.
Durante el siglo XIX, en algunos programas de conciertos empezó a identificarse la sonata como "Fuga del gato", que es como suele reconocerse popularmente.
No hay más información ni datos sobre Polichinela. Scarlatti, quien de hecho nunca se enteró de que su composición pasaría a la historia con este sobrenombre, murió en su casa, en Madrid, a los 71 años.
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